La sección "Darán que hablar" del ABC Cultural por Javier Guardiola
http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-miriam-martinez-guirao-cada-mayor-afan-loco-integrar-ciencia-hago-201710010051_noticia.html
DARÁN QUE HABLAR
Miriam Martínez Guirao: «Hay cada vez un mayor afán loco por integrar la ciencia en lo que hago»Interesada por el entorno que nos rodea, Miriam Martínez Guirao busca la presencia de la Naturaleza en ámbitos más urbanos. Su labor artística, gestora y pedagógica ya la convierten en una creadora de las que «Darán que hablar»
ALICANTEActualizado:
Qué le interesa. Me interesa aprender, cuestionar mis propios modos de crear, dentro de esa búsqueda de mi propia naturaleza. Y cuando hablo de «naturaleza» me refiero a esa parte vegetal o estática que tenemos dentro. Por eso creo que, a causa de esta inquietud, siempre me aventuro a materiales o mediaciones que no llego a controlar del todo, quizás porque tampoco controlo totalmente esa naturaleza de la que quiero hablar con mi trabajo. En general, todo es una excusa para no parar de aprender y experimentar nuevas vías de enseñar al público. Nombre completo: Miriam Martínez Guirao. Lugar y fecha de nacimiento: Elche, 19 de noviembre de 1981. Residencia actual: Elche (Alicante). Estudios: Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Miguel Hernández. Máster en Producción e Investigación UGR. Ocupación actual: Artista plástica e investigadora.
Toda mi práctica artística e investigadora gira alrededor de proyectos que indagan sobre nuestro apego emocional hacia la naturaleza vegetal, siempre desde nuestro medio más cercano, la ciudad. Todo ello lo experimento con los materiales empleados (cerámica, dibujo, bronce, bordado…), pero también desde lo conceptual, aludiendo asímismo a la psicología ambiental, la botánica, la biología, la pedagogía, campos de cultivo idóneos para comenzar a trabajar. El resultado es, en ocasiones, una obra expositiva, o, en otras, proyectos de carácter más público que podríamos decir que están dentro de la ciencia ciudadana.«La gestión no es mi medio de vida, pero si participo de una iniciativa como A Quemarropa es simplemente porque me siento responsable del tejido cultural de Alicante y creo que este se puede activar desde muchos puntos»
La experimentación y la colaboración me condujeron a proyectos más públicos, donde la participación de los otros forma parte del proceso. Podría destacar «Oasis en la urbe», donde las plantas silvestres de la calle asumen el protagonismo; o conjuntos como «Jardines típicos de Bilbao», donde junto a un biólogo, determiné la vegetación salvaje más repetida de esta ciudad vasca; creamos postales con documentación sobre la misma y realizamos un recorrido con un mapa que podías encontrar en la oficina de turismo.
Supo que se dedicaría al arte desde el mismo momento en que… Fue cuando comencé a crear cosas con mis manos. Creo que siempre he sido consciente de que había algo dentro de mí, una inquietud muy grande de investigar y crear. Terminé EGB y me puse a trabajar muy joven, durante 10 años, en una fábrica de calzado. Entendí que toda la creatividad que usaba en la fábrica podía generar nuevos modos de ver las cosas que me rodeaban. Una exposición de arte contemporáneo me hizo entender que ese era el modo de seguir creando. Así que un día dejé todo y retomé mis estudios en secundaria con la idea de formarme en eso que no entendía del todo pero que llevaba dentro.
¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el mundo del arte para «sobrevivir»? Pues no sabría decirte. Quizás no tanto para sobrevivir. Pero sí me han pasado cosas curiosas mientras realizaba proyectos. En «Autóctonos e Indígenas» donde recopilaba fotografías de plantas salvajes que nacen en Manresa, se corrió la voz de que yo era bióloga del ayuntamiento y la gente me buscaba para preguntarme sobre plagas y problemas en sus jardines. También con el proyecto «Paseando por la naturaleza del Museo del Prado», por el que pasé tres meses rellenando datos sobre qué tipo de naturaleza tenía cada cuadro del museo, la gente me preguntaba allí cuestiones como dónde estaba el baño o dónde encontrar una obra concreta. Incluso trabajadores del centro pensaron que estaba trabajando para la pinacoteca.
Su yo virtual. Es discreto, como mi vida misma. No suelo usar mucho las redes a nivel privado. Más que moverme yo, muevo en ellas mi trabajo. Hago uso de las redes como herramienta para la realización o difusión de proyectos colaborativos, en algunos casos, de ciencia ciudadana.
Tengo Facebook propio, que uso para contar procesos de proyectos, exposiciones, viajes y documentación. Pero más para la gente que me conoce y amigos. También tengo el proyecto «Jardines-Efímeros», que tiene su propia página. Eso genera más visibilidad, y más posibilidad de que gente participe en él. Me abrí una cuenta de Instagram (@jardinesefimeros) para quitarme el gusanillo y poder subir mis propias fotos de esas plantas silvestres que encuentro cada días por las calles, porque no quería colapsar el proyecto web. Y reconozco que tengo otras redes, pero las uso en casos puntuales.
«Ando inmersa en la escritura de un libro sobre mi experiencia con la dislexia: yo dejé de estudiar por esta causa»
También poseo lo que fue un blog que adapté a una web: www.miriamguirao.com. Allí se puede ver las sinopsis de los proyectos y algunas fotos, y se encuentran las entradas del blog donde seguir noticias, eventos o proyectos en los que ando en proceso. Creo que esta es una parte muy importante de mi trabajo. Incluso algunos proyectos quedan en ese mismo estadio; me gusta hacer partícipe al espectador de ello. Esta es una buena base de datos de esa parte intermedia de la obra. Por otro lado, en el departamento de psicología ambiental desde el que investigo usamos programas estadísticos, pero tengo que decir que ando aprendiendo poco a poco sobre este nuevo «lenguaje».
Dónde está cuando no hace arte. Formo parte del colectivo A Quemarropa, desde el que organizamos una residencia-laboratorio para artistas cada verano y, aunque disfruto mucho con la gestión de talleres, conferencias, y actividades, reconozco que la cultura está muy poco valorada y que es complejo generar proyectos. Además, por el momento no es mi medio de vida; simplemente lo hago porque me siento responsable del tejido cultural de Alicante y creo que se puede activar desde muchos puntos.
«Intento trabajar desde una posición positiva y optimista. El artista, en muchos casos, aborda el arte desde algo negativo, desde la catarsis, la frustración y el enfado»
Aparte de esto, ando inmersa en la escritura de un libro sobre mi experiencia con la dislexia: yo dejé de estudiar por esta causa. Y creo que saber qué es, entender que es una manera diferente de llegar a un mismo punto, ayudaría a familias y disléxicos a entender los procesos por los que se pasa, y que hay maneras de superarlos. Si yo descubrí que podía seguir estudiando y que ello no me impediría llegar hasta donde quería, cualquiera en esa situación puede hacerlo, solo tiene que ver cómo superarse.
Le gustará si conoce a... Pues igual que me gusta experimentar con los materiales y los medios, tengo que decir que me interesan muchas cosas, desde la visión excepcional de Patinir, de finales del siglo XVI, pasando por ese «What is beyond the plants / is at one with them», de Lois Weinberger, o esos «Campos de trigo» de Agnes Denes, pasando por activismos como los de Greenpeace o Gerrilla Garden, y llegando a la arquitectura de Hundertwasser o a la poética visual de Alan Sonfist. De mi generación, destacaría a artistas y trabajos como los de Lara Almacegui, con sus «descampados abiertos al público», Heath Bunting, con sus recorridos de «Food for free», las obras oníricas de Myeongbeom Kim o la labor del colectivo Basurama.
¿Qué se trae ahora mismo entre manos? Ando trabajando en mi tesis doctoral «Jardines-Efimeros. Propuesta artística e indagaciones psicológicas sobre el papel que juega el arte en la concienciación ambiental», donde, junto a Lisbeth Bethelmy, del departamento de psicología ambiental de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas (Venezuela), determinamos el impacto emocional de la gente que participa en el proyecto artístico «Jardines-Efimeros» y cómo este estimula, cambia y afecta nuestra visión del espacio que ocupa la vegetación silvestre de las ciudades actuales. Pero también ando preparando una exposición llamada «Advenimiento» para la Universidad de Murcia, y desarrollando la producción de «Vegetación ósea» para la beca de Expojove en L´Escorxador. Ambas citas se inaugurarán en noviembre.
¿Cuál es su proyecto personal favorito hasta el momento? Sin duda, creo que www.jardines-efimeros.com es uno de esos proyectos que dejan huella, y no lo digo yo: lo dice el Departamento de Psicología Ambiental con el que estoy trabando. Cuando pides a la gente de a pie que mande una fotografía de esa vegetación que nace de manera espontánea en la ciudad, esta se enfrenta a la idea del proyecto cada día, y es capaz de ser consciente de esta vegetación. Este poder de generar apego y sensaciones en cualquier momento no lo veo en el resto de proyectos expositivos que realizo y que están en el cubo blanco.
«Este poder de generar apego y sensaciones de “Jardines efímeros” en cualquier momento no lo veo en muchos proyectos expositivos que realizo y que están en el cubo blanco»
Por eso este proyecto ha despertado en mí un nuevo modo de trabajar con el arte, haciendo de este algo más participativo, algo que obligue al público caminar, mirar y reflexionar. Además, junto con el Departamento, mando un cuestionario a la gente que participa con el que dataremos no sólo a cuántas personas llega, como ocurriría en una campaña de acción ecologista, sino de qué modo les afecta. Y estos son datos que a cualquier artista le parecería excitante saber: qué reacción tiene su proyecto en los que participan en él.
¿Por qué tenemos que confiar ella? Si hay algo que identifico en mi obra es la interdisciplinaridad. Me da igual el material o la herramienta para crear si la dicha es buena. Y ese afán loco de involucrar a la ciencia cada vez más en lo que hago me parece algo interesante en mi manera de hacer. También creo que intento trabajar desde una posición positiva y optimista de la vida. El artista, en muchos casos, aborda el arte desde un punto negativo, desde la catarsis, la frustración y el enfado… No me parece mal, pero yo prefiero trabajar desde este otro lado que me fuerza a analizar constantemente mi trabajo y redireccionarlo a algo restaurador.
¿Dónde se ve dentro de un año? Pues me encantaría seguir trabajando con la ciencia. Quizás esa desvinculación directa con el arte es la cuerda floja que me reta a estar mas activa saliendo de esa zona de confort que nos da el circuito artístico. Desde que salí de la fábrica, no he puesto tope a mis alas: donde estas me lleven.
¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? ¡Vaya! Es complicado... A muchos ya los has entrevistado, y de muchos me gustaría saber más… Pero, siendo sincera con mi trayectoria, me gustaría conocer más de Héctor Hernández Rosas, sobre su visión de la biofilia y cómo el espacio, el paisaje, cambian y nos afectan. También trabajos como los de Tamara Feijoo, con los que me siento muy conectada. Quizás también me encuentro influida por mi reciente regreso de los VII Encontros de Artistas Novos y te mencionaría a José Ramón Ais y esos jardines que él diseña a través de los saberes de la Historia.
¿Cómo se definiría en un trazo?